Sunday, July 7, 2019

Saturday in Cork: Killarney National Park and Muckross House.

¡Buenos días a todos!

Ayer fue un día fantástico. Si ya estábamos contentas con el tiempo que nos está haciendo (¿de verdad que en Irlanda llueve?), ayer hizo un día espectacular justo a tiempo para nuestra excursión al Parque Nacional de Killarney.

Nos reunimos en la universidad muy de mañana y desde allí cogimos un bus compartido con el otro grupo para llegar hasta la ciudad de Killarney, que está muy cerca de Cork, y es la entrada al Parque Nacional. Al llegar allí, lo primero que hicimos fue visitar la mansión Muckross, una antigua casa victoriana reconvertida en museo, que recordaba a la de Downton Abbey, pero más pequeñita.

La visita guiada recorría el interior de la casa, y pudimos ver las habitaciones (¡esas camas tan pequeñas!), incluida una especial para la visita de la Reina Victoria, situada en el primer piso, ya que Su Majestad tenía pánico al fuego y siempre dormía en la primera planta, cerca de la salida.

Vimos también las cocinas, el cuarto de los niños, la biblioteca, y las estancias de los criados, que tenían toda una casa paralela, donde vivir sin molestar a los amos. Aunque había muchas obras de arte, muebles de madera antiquísimos y hasta una cornamenta de ciervo prehistórico de hace 10.000 años, lo que más nos gustó sin duda fueron los jardines.

Así, tras la visita, los monitores nos dejaron media hora libre en aquel lugar tan espectacular. Nos comimos los packed-lunch sentados en la hierba mirando al lago, y algunos nos acercamos a ver un cervatillo que estaba allí pastando y que, acostumbrado a las miradas, incluso se dejó acariciar.

Durante todo el tiempo pudimos disfrutar de el sol, las vacas y los jaunting cars (carricoches de caballos muy típicos de la zona) paseándose por el prado.

Tras la comida salimos de paseo bordeando el enorme lago, hasta la cascada de Torc. Una caminata entre árboles nos llevó hasta la orilla del lago, y de allí volvimos a meternos en el bosque hasta descubrir la espléndida caída de agua. Tuvimos un tiempo para contemplarla y hacernos fotos, aunque algunos prefirieron mirar el móvil, y de nuevo pusimos rumbo a la mansión para regresar al autobús, no sin antes pasar por la tienda de recuerdos.


El viaje de vuelta fue silencioso porque el cansancio acumulado nos dejó a todos dormidos. 











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